Después de haber definido la Osteopatía como el arte de saber diagnosticar y tratar una determinada patología del cuerpo humano, a partir de su estructura muscular y esquelética, el lector probablemente tendrà a caer en un error, llegando a la conclusión inexacta de que el osteópata solo es un manipulador, capaz de disolver la tensión muscular y la rigidez a lo largo de la columna vertebral. Por supuesto, también somos esto, pero para un objetivo mucho mas valioso: disolver una contractura, para nosotros significa evitar la estrangulación del nervio por parte de la fibra muscular y eliminar la resistencia que coloca en los segmentos vertebrales, para poder manipularlos; manipular una vértebra, o un grupo de estas, para nosotros no es devolver al paciente un ruido sonoro, sino permitir que el nervio espinal, correspondiente a ese nivel y con una irradiación precisa, quirúrgica y milimétrica del nervio, no sufra compresiones en ningún punto de su fibra; Del mismo modo, este discurso se extiende a todo el sistema vascular, para favorecer el correcto flujo de sangre a los órganos y, sin embargo, su retorno al corazón.
Por lo tanto, es igualmente inexacto, y grave, reprochar a un osteópata, la ignorancia de la anatomía humana y la medicina en general. Como profesional, serio, de este sector, para aplicar las técnicas, se ve obligado a conocer perfectamente el Sistema Nervioso Somático y Autónomo, la rama de cada raíz, su trayectoria, las estructuras que abarca, aquellas con las que se entrelaza, las otras, entre las que se abre el espacio, las múltiples direcciones que toma y los últimos destinos, ya sean haces musculares en su totalidad o solo en porciones de órganos, a los que envía información precisa. Se ve obligado a conocer de manera excelente el sistema cardiocirculatorio, el movimiento de cada rama arterial, el espacio preciso que ocupa en el cuerpo humano y las áreas a las que suministra oxígeno, donde, por lo tanto, la vena lo soporta, y cómo colabora esta última en la limpieza, y en el «recargar» esta maquina perfecta. Se ve obligado a conocer todos los órganos, músculos y vísceras, la estructura, funciones, mecanismos de vitalidad, los elementos enzimáticos y químicos que los regulan, las innumerables patologías que los pueden afectar y las respectivas manifestaciones sintomáticas. Se ve obligado a conocer un cráneo humano, muy bien, a saber en cuántos orificios, protuberancias, depresiones, curvas y cavidades, capilares, fluidos, nervios, músculos pasan; cómo se abren y cierran las articulaciones, el eje geométrico a través del cual bailan, dependiendo de la estructura completa e intrincada, formada por huesos, ligamentos, tendones, músculos, piel y mucho más, que es el complejo del cuerpo humano, que todo puede hacer, menos que moverse por sectores. El trabajo de un osteópata comienza a partir de años de estudios de atlas anatómicos, libros y prácticas. Años en los que se nos pide que seamos competentes y estemos preparados para conocer el mapa del caso que surge, y para encontrar un remedio, para una o otras de estas maneras.
Todo este camino conduce a una aplicabilidad diferente del arte osteopático, dejando la opción al profesional de elegir si usarlos todos juntos, o uno u otro, dependiendo de la situación que se presente.
Por lo tanto, hablamos de osteopatía estructural, osteopatía visceral y osteopatía craneal.
La primera es la base de los demás. Sin un conocimiento anatómico exacto sobre el área mecánica y motora del cuerpo humano, es aproximado y pretencioso tratar de dedicarse a los que siguen. Esa parte de la osteopatía es la que perciben cuando el profesional le causa un ruido de sonido liberador, o cuando les rodea y les pregunta si notan una cierta presión dolorosa, y en poco tiempo parece haberla quitada, después de meses, semanas o días que les acompañò insistentemente. .
El segundo, es el segundo paso: una vez que se conoce la motilidad de un organismo, se puede examinar la movilidad de las áreas viscerales, leves y viscosas, que están encerradas en la «caja contenedora», y asegurarse de que no sufra aplastamientos, o compresiones en su funcionalidad. esa parte de la osteopatía es la que perciben cuando el profesional les pide que respiren profundamente y, con su relajación progresiva, logra ir tan en profundidad que los órganos parecen dejarle espacio a sus manos.
La tercera es la reina de la osteopatía. La madre de las dos anteriores. El cráneo es la estructura ósea que proporciona protección al mecanismo que regula los límites de un ser humano: el cerebro. A través de la manipulación craneal, es posible eliminar trastornos de amplio espectro: humoral, endocrino, estructural, mecánico, neurológico, ocular, auditivo, masticatorio, cervical, nasal y mucho más. Esa parte de la osteopatía es la que NO perciben, aquella en la que las manos del profesional sostienen su cabeza, y se sienten tentado a dejarse ir, y casi a dormir.
Cada una de estas técnicas, utilizadas individualmente o juntas, si están bien hechas, cambian la vida de una persona. Proporcionan bienestar, a largo plazo. Cada una de estas técnicas es adecuada para todos: desde recién nacidos hasta ancianos. Cada una de estas técnicas tiene su razon de existir. Por lo tanto, no caigan en el error de la falsa información: la osteopatía tiene mil formas para lograr su objetivo, pero nunca, bajo ninguna circunstancia, engana en respecto a su eficacia y honestidad.